lunes, 13 de noviembre de 2023

Santidad para correr, vencer y finalizar la carrera.

El apóstol Pablo dijo, “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la Fe” (2 Timoteo 4:7).

Cuando hablamos de una carrera, el que va a correrla con profesionalismo se prepara, se entrena, obtiene disciplina, se esfuerza, se mentaliza, porque es una competencia que requiere de muchos ímpetus. En cuanto a la carrera espiritual sucede lo mismo con el plus de que tenemos un Coach, un preparador del más alto nivel y un entrenador que nos guía constantemente su nombre es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Para poder desarrollarnos a vencer en la carrera debemos tener en cuenta dos aspectos muy importantes:

Primero, despojarnos de todo peso.

El peso se refiere a todo estorbo que tengamos en nuestra vida que nos obstaculizará para permanecer santos, evita que avancemos y alcancemos la meta de lo que Dios quiere hacer en nosotros. Es todo aquello que no nos está edificando y nos distrae del propósito divino (ejemplo: Pasar mucho tiempo en cosas que no edifican, darle más importancia a dedicar nuestro tiempo a cosas banales, el orgullo, la queja, el egoísmo, pereza, amargura, etc.).

Segundo, despojarnos de todo pecado.

El pecado sigue siendo tan destructor como siempre, no permite que corras la carrera por nada, lo peor de todo es que crea una separación entre nosotros y Dios, no le gusta los entrenadores, solo quiere dejarte correr vacíamente sin ninguna expectativa de llegar a la meta. El pecado es errar al blanco por eso debemos mentalizarnos, prepararnos y accionar en hacer solamente la voluntad de Dios y la victoria de la carrera viene por añadidura.

Versículos de estudios: Juan 15;5, 1 Juan 1:6-7, Efesios 4:22, 1 Pedro 2:1, Colosenses 3:5-10

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